
Desde hace años me preocupa la evolución de la integración europea. No escondo que mi planteamiento es que hemos de crear estructuras comunes independientes de los Estados miembros para poder responder a los desafíos a los que nos enfrentamos. Comparto aquí las entradas que he dedicado a este tema en mi blog «El jardín de las hipótesis inconclusas«.
- «La política exterior y Europa«, del 23 de julio de 2007.
- «La Unión Europea y los tópicos«, del 21 de enero de 2008.
- «Lo de Bombay«, del 12 de diciembre de 2008.
- «Política ficción«, del 22 de febrero de 2009.
- «Hablando de Europa en serio«, del 28 de mayo de 2009.
- «La verdadera naturaleza de Europa«, del 9 de abril de 2010.
- «Por fin, un plan«, del 12 de agosto de 2012.
- «Ignominia y traición a Europa«, del 4 de septiembre de 2012.
- «Chipre, o la concreción de lo inevitable«, del 20 de marzo de 2013.
- «Las elecciones importantes son las del 2014, no las del 2015. Sobre las elecciones europeas (I)«, del 24 de agosto de 2013.
- «Sí que podemos cambiar las cosas. Sobre las elecciones europeas (y II)«, del 27 de agosto de 2013.
- «Las elecciones europeas no son ensayo de nada, son principio de todo«, del 9 de octubre de 2013.
- «Derecho a decidir. Así, sí«, del 21 de mayo de 2014.
Y también un poema:
Europa
Oíd hoy mi lamento mirando
a Europa, nuestra triste heredad.
Un regalo de quienes vivieron;
de quienes penaron y murieron
sin disfrutar la hartura y la paz;
de quienes los bosques roturaron,
y los campos de trigo sembraron.
De quienes a la mar se lanzaron
para playas lejanas pisar.
De quienes su alma al diablo entregaron
por robar, violar, asesinar;
de quienes de sangre coronaron
un nauseabundo imperio mundial;
de quienes quemaron y aplastaron
para el hambre a sus hijos quitar.
De quienes las minas horadaron
y los altos hornos encendieron
en valles azules, verdes… negros.
De todos ellos hemos heredado
un trozo de esta roca que da vueltas
y más vueltas en torno al rey solar;
un fragmento de un mundo desdichado
donde ni hambre ni sed hemos sufrido
aquéllos que sin mérito hemos visto
la primera luz en este lugar.
Hay tantos que golpean nuestras puertas;
hay tanta miseria, dolor, violencia
hay tanto desgarro en tantos lugares
que resulta difícil soportar
el peso y la responsabilidad.
Son tantos los que nos miran con ira,
fieros y desafiantes, implorantes.
Son tantos los que nos dicen: «moveros».
Son tantos los que aguardan el momento
en el que al fin demos un paso más.
Son tantos los que penden del final
de nuestra molicie y comodidad
que me espanta pensar
lo que yo pensaría
si al norte viera el Mar.
