Son tranquilas las tardes en las islas. Se oscurecen los bordes de las fotos que miramos sentados aguardando. Tintinean los vasos y la música... ¡Ah, la música! Viene y nos recuerda que ya fuimos eternos, inmortales. Nos recuerda veranos de verbena, labios húmedos, piernas entreabiertas. Fuera es de noche, una noche larga en esta tierra extraña que no es la nuestra. Se mezclan los olores de papayas, claveles y adormidera. Esperamos. Esperamos que vuelvan noches de verbena y piernas entreabiertas. Diletamos al borde de la mar en esta tierra extraña que no es la nuestra. Rememoramos el día. Fondo azul en la piscina, un zumo que desciende cristalino, el aire seco y frío en la montaña, un barco que veloz cruza las olas, el mundo detenido al contemplar la montaña suspendida sobre océanos y bosques. Rememoramos... pero también deseamos que vuelva a amanacer una y otra vez. Rogamos que se aclaren los bordes de las fotos que regresen veranos de verbenas, que esta noche larga no oscurezca. Imaginamos días sin fin, luz que no cesa. Sabemos que el mar está siempre cerca.
El jardín de las hipótesis inconclusas. Un espacio abierto a todas las ideas, por locas que sean, y a todos los planteamientos, por alejados que estén de los pareceres comunes.