Alelí
Quizás en frases secas
y acartonadas
halle quien sepa buscar
las gotas que caen de los tejados
y ensordecen la tarde de alelíes
Poeta con bigote
Un poeta en un claustro universitario
¡qué extraño!
Todos se fijan un momento en un hombre
con bigote.
Y el poeta piensa que pensarán
que tiene respuestas
y se ríe porque sabe
que tan solo es
perito en aire,
doctor en nada
o lo que es lo mismo:
sabio de verdad.
Silencio
Me rodea el silencio,
un silencio rotundo.
Permanezco en silencio,
un silencio azul.
Un lago helado
bajo el aire sin nubes.
El mar no tiene olas,
su calma me ensordece.
En el silencio está
todo lo que me inquieta.
Permanezco en silencio
una hora tras otra
desde el amanecer
hasta el ocaso,
junto a este mar helado.
Oigo mi corazón,
os escucho
y escribo
esto.
Busco
Busco, husmeo,
me cebo en un aleteo;
intuyo, siento;
algo me roza un momento;
me agito,
por allí asoma de nuevo;
me quiebro en silencio;
quieto, espero.
Espero que llegue vivo el sentimiento,
que se licuen los recuerdos.
No puedo.
Si tan solo fuera un juego...
Viene el sueño
y me encierro,
piso el suelo,
miro el cielo,
lejano
y digo:
¡Quiero!
Seguro de poema
Hoy le he quitado el seguro a un poema;
tan solo para mí,
tan solo en mi interior.
Había un verso que era
una lámina de acero,
una cortina de plomo.
Lo he borrado, tan solo para mí,
y el poema ha estallado
como una bomba de uranio;
la luz tan fuerte fue
que entre el blanco y el amarillo
se pudo ver el rojo
de un corazón
latiendo.
El verso ahí sigue,
estorbando,
e impidiendo
que alguien pueda ver
lo que yo solo sé.
Críticos
As the reason destroys, the poet must create
Wallace Stevens
¡Qué pena los críticos!
Con sus tenazas para el pelo,
con sus tijeras de juguete.
Se acercan y miden la poesía;
la novedad, el interés.
Buscan el mérito, el progreso.
¿Qué progreso, qué novedad?
Se pierden en jardines laberínticos
y mientras,
en el fondo del bosque,
la poesía ríe
y ríe, y ríe, y ríe
en su casa invisible
en medio del aire y la nada.
Se agitan paredes de viento
y suenan voces discordantes.
Vienen y van risueños fantasmas
en calzoncillos.
Una fría sonda fina
se abre camino
a través de corazas,
ropas, reyes, navíos,
jefes y sociedades;
a través de ideas y religiones,
de parques y jardines;
a través de los pactos
y de los compromisos.
Rompe la piel y la carne,
la memoria y la cultura
y llega al hueso,
desnudo, del mono primigenio.
Nosotros.
¡Cuánto artificio necesitamos
para vislumbrar lo inefable!
El mono sentía,
pero no escribía.
Nosotros escribimos
lo que no sentimos;
lo que imaginamos
que sentiríamos
si fuéramos otros,
desconocidos.
Fantasmas en calzoncillos
que nos reflejan.
¡Qué pena los críticos,
que todo lo saben!
Todos los secretos,
toda la impostura,
literatura.
La inteligencia vence al arte,
siempre;
recemos y pidamos ser
un poco tontos.
Inefable
Los poetas destruyen lo inefable.
Sacan a los grillos de sus cuevas,
pintan los árboles y los lagos,
escrutan los secretos tras las grietas.
Pena, muerte, dolor, placer y luz.
Las cajas de cartón de los regalos
son desgarradas por su cuchilla,
las cuerdas y sus nudos son rehechos,
descubren los misterios más profundos,
construyen juguetes maravillosos,
deslumbrantes y complejos.
Brillan los poemas como pirámides,
como pirámides originarias,
cubiertas de piedra blanca y pulida;
pirámides que replican estrellas
(nunca fueron tumba de faraones).
Eso hacen los poetas.
Desde la orilla veo flamear
las velas ondulantes,
la quilla que hace blanco en el azul,
el sol en lo dorado de las cofas.
En esta tarde serena
quisiera que el viento suave me alzara
sobre la arena de la playa,
convertirme en aquél
que las aguas surca sin puerto,
sellar tus labios con un beso.
Eso quisiera mientras leo
lo que escriben los poetas
indolentes, hermosos, solitarios;
dueños de palacios en las montañas,
lejos del suelo por el que me arrastro.
Premio
Hoy le han dado
un premio a un poeta
¿qué pensará?
quizás que ahora
más le leerán
y que, entre estos,
estará
quien haya de escuchar
su grito.
Un poema es
Es un poema cosa sin substancia;
unas pocas docenas de palabras
que, encima, lo mejor es que no digan
nada.
Es trivial el poema, un acertijo;
un juego, un pasatiempo divertido
que sin embargo se espera que tenga
sentido.
No es alegre ni triste ni siquiera
bello el poema, solo es aire y ruido
aunque a veces también es lecho adúltero,
procaz
donde se juntan lejos de los otros
algunos que piensan, creen y sienten.
Algunos que piensan, creen y sienten
que,
muertos los dioses tranquilizadores,
son aún sus despojos enterrados
puerta que abre agujero de gusano,
diamante.
Es un poema el féretro y la puerta
a mundos tenebrosos, verdaderos;
a bosques frondosos, oscuros, húmedos
y cálidos.
Es ciudad serena nuestro poema
donde robamos horas a minutos,
donde quitamos vidas a la muerte
y lloramos
y reímos
en nuestra compartida soledad.