Lugares

Holanda

Me recuerdo caminando por aquella calle en Holanda.
No recuerdo dónde.
Tampoco recuerdo a qué había ido a Holanda.
Tan solo recuerdo la calle larga,
con una curva suave y pronunciada.
Caminaba acompañado, no recuerdo por quién.
Sí recuerdo, en cambio, el gris del día y de la ciudad,
que me protegía como el hogar en el invierno.
Recuerdo el frío, acogedor.
La discreta seguridad de las ciudades del norte.
Esto es lo que recuerdo.

Grecia

Para Blanca

Cálmate corazón,
reposa y mira, goza
del azul insondable, hasta el cielo,
del lecho cristalino de la mar.
Amarillo y verde, el viento les mece.
¡Ah! sutil armonía;
de lo alto desciende
una mano invisible que nos cubre
de perfumes y música;
se aquietan nuestros ojos,
se abren los oídos.
Tórnanse transparentes
cuerpos hermosos,
lánguidos en la tarde tremolante,
suaves sexos desnudos,
santos arcángeles inmaculados.
Sentimos cómo late el corazón
y la hierba en la espalda
que nos vuelve uno más
de esta sacra hermandad,
del concilio de los que creen,
de los que han visto un mundo
más allá de la mar.

Madrid

Es gris Madrid,
de un gris funcionario,
de un gris gabardina sin lluvia,
de un gris cabizbajo, humillado.
El gris de Madrid tiñe las calles
y los árboles, y los parques.
Madrid es una ciudad vencida,
enterrada en el aire gris,
polvo sobre una tumba en el desierto
castellano.
Es Madrid una ciudad triste,
en el centro de la nada.
Es Madrid una ciudad que sufre
en calles que van
del palacio a la chabola
por la puerta, la cuesta, la plaza cerrada.
Es Madrid ciudad de penitentes,
de peregrinos circulares,
de aspirantes noqueados.
Es Madrid ciudad de muerte,
ensangrentada,
despojos y poderosos.
Es Madrid ciudad terrible
en la que ríen quienes mueren
o matan o hieren.
Es Madrid ciudad cerrada, alejada;
ciudad sin campo, sin verde;
ciudad criada que se ve señora.
Es Madrid ciudad hermana,
espejo de tantos que somos
sin saberlo
vencidos y enterrados,
tristes derrotados
encerrados en ciudades grises,
centros desde los que contemplamos
nuestra inmensa nada.

Mediterráneo

Aire y mar, la tierra y la luz fulgieron;
temprana la aurora, rosado el cielo;
la costa adivinan allende el velo.
Tras la blanca niebla la playa oyeron
quienes a las negras olas temieron.
En la noche oscura, de casa anhelo;
del amado al bien, preparado el celo.
De Troya vencedores son, volvieron
y polis erigieron. Tierra recia,
abierta a quienes aman la esperanza.
Sitio no tienen para gente necia,
todos dioses forjados con templanza
en la antigua cuna de Europa, en Grecia,
olvidada madre, nuestra añoranza.