Mar

Si dejaras que el mar los pies te bese,
que se empapen tus muslos de sal y olas,
que se llene tu vientre de amapolas
y que el agua tu pecho sumergiese;
si nadaras a donde nada hubiese,
donde habitan las almas que están solas
y de noche lucen agrias farolas;
si el rostro un beso helado recibiese
y el frío del océano quemara
la piel que envuelve el corazón durmiente;
si alguna vez tal cosa te pasara,
y sólo te encontraras, impotente;
abre los ojos para ver la cara
del que en la mar nos mata, complaciente.

Publicado en «Impresiones Rimadas» el 20 de septiembre de 2008.

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