Fútbol

A un gol

En la tarde, el silencio;
cien mil las bocas mudas
sólo un momento.
Sube el balón
a todo ajeno.
Ya no hay jugadores,
todos son espectadores
de cómo baja un balón
caído del cielo.
Un bote, dos;
rueda y cruza la raya;
antes de la red se para.
Y nadie grita
porque están
boquiabiertos,
serenos.
Gol.

Fútbol

Solo el portero frente al delantero.
Ha sido todo mero antecedente
de este breve encuentro
de la pierna y la mano,
de la fuerza y el salto.
Dos fines diferentes, enfrentados.
Y, sin embargo...
En ausencia del salto del portero
¿para qué hacer temblar
poste y red con el golpe del balón?
Sin el tiro ajustado del ariete
¿qué sentido tendría la estirada,
el vuelo suspendido, la parada?
Cuarenta ojos fijos, expectantes.
Ya son recuerdo pases y regates,
Todo ha sido para este momento.
Arma la pierna el delantero,
Se clava en el suelo el portero.
Vuela el balón furioso,
salta el postrer defensa,
mano y balón se encuentran.
Al caer, el cuerpo levanta el polvo
y al izarse muestra entre los brazos
el golpe congelado,
el gol que, otra vez,
ha doblegado.

Gol

El balón y el portero se acompasan.
Suspendido en el aire,
una mirada inerme a la pelota,
un suspiro, un lamento.
El balón y la mano no chocaron,
no encontraron los dedos
el cuero hinchado, el deseado premio.
Baja suave la bola,
No se sostiene en lo alto el portero;
También él cae con golpe y estruendo.
Ambos sobre la hierba,
la pelota en la red,
el portero en el suelo.
En el eterno duelo,
esta vez, ha ganado el delantero.