Hace casi cuatro años, en el blog “Diario éxtimo“, Lisi Prada publicó una entrada titulada “Lenguas”. En ella se encontraban dos hermosas fotos de flores y una pregunta:
“Cuando dijiste: – Ahora que conozco tus labios, quiero conocer tu lengua… – ¿a qué lengua te referías?”
Como contestación a la pregunta se me ocurrió esta breve (y tópica) historia que introduje como comentario en la entrada de “Diario éxtimo”. Luego la publiqué en “Impresiones Rimadas” y ahora la retomo para este blog.
“… ¿y a qué labios?
Bien sabes los labios que conozco,
princesa y reina, madre y hermana,
amante, fuente, vaso y bebida;
y bien sabes la lengua que ansío,
la que tan bien ocultas y escondes,
secreto de tu origen y hogar,
lengua que tu corazón conforma,
guía del mundo que compartimos,
palabras mudas que me diriges
y que no deberías callar.
Quiero tu lengua, camino al alma
que por derecho me debes dar
esposa amada, mi enamorada.
esposa amada, mi enamorada.
Calla necio,
no quieras mi secreto
tú robar.
Has besado mis labios,
y en mis ojos has visto
el verde de la mar;
Te has bañado en su orilla,
con un escalofrío
la espuma en tu cintura
te ha hecho gozar.
Tras la tercera ola
se extiende el reino
que no puedes hollar.
Si mi lengua te diera
a la mar irías
sin poderlo remediar
y allí morirías
lejos de tu hogar.
¿Y no es muerte el silencio?
No quiero olas ni espuma,
no me sacian tus pechos
ni los húmedos labios
ni la leve cintura
ahora que tus ojos
son puerta de la mar.
Ahora sólo ansío
una palabra tuya,
en esa lengua oscura,
que quieres ocultar.
Sé que cuando la oiga
la vida vendrá
y me dejará.
Por ese instante cambio
esta carne mortal.
No quiero olas ni espuma,
no me sacian tus pechos
ni los húmedos labios
ni la leve cintura
ahora que tus ojos
son puerta de la mar.
Ahora sólo ansío
una palabra tuya,
en esa lengua oscura,
que quieres ocultar.
Sé que cuando la oiga
la vida vendrá
y me dejará.
Por ese instante cambio
esta carne mortal.
Sea pues como quieres.
Y habló, y dijo palabras que sonaban a cielo, tierra y mar; viento y eternidad. Sones dulcísimos que ningún oído podría soportar. Todo desapareció y quedó tan sólo el mar. El agua le cubrió. Todo acabó.”
Publicado en «Impresiones Rimadas» el 27 de abril de 2010.